Basura electrónica

basura electrónica

Cuando compramos un nuevo ordenador o cambiamos de móvil, no nos paramos a pensar qué ocurre con esa cantidad de basura electrónica que los países más desarrollados generan constantemente. El programa En Portada de RTVE, en un interesante reportaje de ESTHER VÁZQUEZ , nos devela algunas claves para entender qué pasa con estos cuantiosos y novedosos residuos.

En Agbogbloshie, a las afueras de Accra, la capital de Ghana, pilas de ordenadores viejos, destartaladas lavadoras u oxidados frigoríficos, la mayoría provenientes de Europa, se amontonan en medio de un vertedero, donde la antigua basura se mezcla con nuevos desperdicios, cada vez más peligrosos y contaminantes.

En medio del vertedero, envueltos por el humo tóxico, jóvenes y adolescentes, sin ser conscientes de la peligrosidad de los elementos que manejan, destripan los aparatos para sacarles el cobre, el plomo y otros componentes que venden por unos pocos euros.

Plomo, arsénico, cobalto, mercurio, cadmio, un cóctel de sustancias tóxicas, que se esparcen por el terreno y que ocasionan graves problemas de salud, enfermedades incurables y destrozos medioambientales, que contaminan el agua, los alimentos y que crean una atmosfera irrespirable.

La Agencia Europea del Medio Ambiente calcula que el volumen de basura electrónica está aumentando tres veces más rápidamente que otras formas de desperdicios.
La organización ecologista Greenpeace elaboró en agosto de 2008 una investigación sobre el tráfico de residuos a Ghana y sus efectos sobre la salud, el medio ambiente y la pobreza. En este estudio, denominado “Envenenando la pobreza”, la organización descubrió, a través de unas muestras tomadas en el vertedero de Agbogbloshie que contenían sustancias peligrosas y niveles muy altos de metales tóxicos.

La Unión Europea dispone de leyes que prohíben la exportación de residuos peligrosos, pero encubiertos como bienes de segunda mano o incluso donaciones, consiguen burlar las barreras legales y llegar a puerto. En Estados Unidos no existe normativa que prohíba la exportación de residuos electrónicos.

En España, recientemente la asociación de consumidores OCU, llevó a cabo una investigación para saber a dónde iban a parar algunos de los desechos electrónicos. Enrique García, responsable de prensa de esta organización contó al programa En Portada, como realizaron este estudio, que descubrió cómo muchos de los aparatos se pierden o no van al lugar apropiado, es decir a una planta de reciclaje, a pesar de que el consumidor paga, cuando compra ese aparato, una cantidad destinada para eso.

Aquí puedes ver un resumen del vídeo

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